martes, 9 de octubre de 2012

Naturaleza

En plena caminata a la cumbre de los Pirineos, unos campistas con una guía especializada de la zona que les acompañaba llamada Diana. Les informaba sobre historias asombrosas, leyendas populares de los pueblos y sobre ese extenso y hermoso bosque. No se cortaba prefería advertirles así del peligro de aquella sinuosa y misteriosa zona apenas explorada.
- Jamás podrán ver el lugar que voy a enseñarles *Dijo Diana sonriente y tranquila* Es un lugar casi imposible de alcanzar, pero más por su historia.
- No será un lugar peligroso ¿verdad? *Pregunto asustada Marisa.
- Supongo que no, pues perdería su poca clientela *Rió Miguel mirando los ojos castaños de su compañera, se notaba que no era una simple amistad.

Una repentina ráfaga de viento consiguió relajar el ambiente tenso del grupo, mientras Diana daba pie a tomar descanso sentándose en una roca y dispuesta a beber algo de agua.
- No os preocupéis, antes del anochecer llegaremos al manantial, podréis volver a llenar las cantimploras *Afirmó Diana

Anton y Daniela, tomaron asiento pues les esperaba una larga semana. Daniela no pudo evitar fijarse en las marcas de la fauna de la zona, desde los restos de jabalís y ciervos. Se notaba aquella bella zona virgen de la contaminación de la humanidad, una pureza tan notable no se podía encontrar donde ellos vivían habitualmente. Castellón aunque ciudad costera y variedad de relieve, no se parecía nada a aquel inmenso ademas de descomunal bosque que les envolvía.

Diana graciosa y divertida observó como todos quedaban absortos por aquella enorme montaña que se mostraba admirable y hermosa; tan alta, esbelta y bella aunque al mismo tiempo tenebrosa imposible de alcanzar. Demasiado para algunos, poco para otros. Simplemente era admirable en todo su esplendor.

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