Otra vez ese camión atormenta mi mente, se va adentrando en mi carril, en milésimas de segundo pasa la imagen del accidente, el pitido, el sentimiento de ingrávidad y temor. No, aún no se olvida, aún perturba mi mente y me atormenta en día de tráfico denso o circunstancias difíciles.
No estoy tan mal para un psicólogo, al menos eso considero. Sin embargo, el sentimiento retumba dentro de mi, atemora y perturba de una u otra manera mi vida. Que debo hacer, cómo debo ayudar, como puedo solucionar este problema. El tiempo lo dudo, un psicólogo tampoco, hablar de ello ya lo intenté, ...
A veces no sólo son camiones, si no malos conductores, en malos momentos y con peores movimientos quien más me hacen temer la posibilidad de perder la vida. Desvanecerme y no volver a despertar, podría pasar en cualquier momento por eso lo temo aún más. Anhelo ese sentimiento de indiferencia, de no temer a nada ni a nadie, y menos a la muerte. Ahora su simple silueta me hace retroceder, será la vejez y la vida que me hace temerla. En este momento amo más mi vida de lo que jamás hubiera pensado, ya no sólo mi entorno, mis amigos, mi pareja, mi mundo.
Demasiado bonito, mejora y feliz de lo que jamás hubiese pensado,
(To be continue, continuará, seguirá o puede ser que no)